Memoriae


Una mañana más, un día menos. La luz entra a duras penas por los agujeros de las cortinas. Respiro tranquilamente mirando al techo mientras sigo acostado. Hoy es el día. No enciendo la televisión, tampoco pongo la radio, ni siquiera miro internet. Desde el Estallido no quiero saber nada y eso es lo curioso.

Hace un par de décadas el abusivo uso de la tecnología empezó a crear una gran red electromagnética alrededor de la superficie terrestre. Esta generó tal tensión que acabó provocando un gran estallido. Al principio únicamente notamos una gran luz que cegó al mundo durante unos minutos, pero después nos dimos cuenta de lo que realmente pasó. No éramos capaces de reconocer a nadie, nuestros recuerdos habían sido borrados por completo debido al Estallido, algo en nuestro cerebro dejó de funcionar. Ya no teníamos olores familiares, no recordábamos las canciones que nos gustaban y nos considerábamos extraños entre nosotros. Mirábamos una foto y solamente veíamos desconocidos. Empezábamos de cero.

Cada uno lo afrontó de una manera. Algunos apostaron por seguir viviendo con las personas que compartieron el Estallido con ellos, confiaban en poder volver a saber quienes eran. Otros se negaron tanto a lo que sucedía  que decidieron empezar una nueva vida, pero ni ellos la podían considerar como nueva, no había un punto de partida claro. Otros lamentaban eternamente no recordar, se sentían incómodos en este nuevo mundo, por lo que el número de suicidios se disparó. Sin embargo, aunque todo parecía perdido, los avances tecnológicos permitían una peculiar solución.

Una poderosa empresa tecnológica consiguió desarrollar el Memoriae. Este método consiste en aplicar un fenómeno electromagnético similar al que provocó el incidente a una serie de individuos . Durante una hora son capaces de reconocer a las personas que hay en la sala, pero solamente en caso de que se hayan cruzado en la vida anterior al Estallido. Además con este método son capaces de recordar algún detalle de su vida pasada, pero esto no está asegurado. Obviamente este proceso no es gratis, requiere de una gran cantidad de dinero, por ello no todo el mundo puede permitírselo. Los más poderosos, recurren constantemente al Memoriae, aunque una vez salen de allí no saben si han visto a alguien conocido o no. La mera esperanza de disfrutar unos minutos nos empuja a todos a pagar. Y por fin ha llegado mi día. He conseguido ahorrar lo suficiente para ir.

Cuando llego el edificio me abruma. Una construcción gigantesca de cincuenta pisos, todo espejo, para dotarlo de la grandeza que posee, prácticamente son dioses por hacer esto. Al entrar voy directo a recepción. Una chica joven me saluda cordialmente. Me entrega un cuestionario con muchos datos que rellenar. Cuando lo termino ella misma me acompaña a la sala donde están las nueve personas con las que compartiré el Memoriae. 

Una vez entro, me siento en una silla. Todos estamos en un círculo, nos miramos entre nosotros y puedo notar como ellos están tan nerviosos como yo. ¿Estará aquí algún familiar? ¿Yo estaba casado? ¿Habrá aquí algún enemigo mío? ¿Será mi hijo el chico que tengo a mi derecha? ¿Tuve hijos? ?Y si yo era un asesino y me reconocen? ¿Debería de estar aquí sentado?. Noto como las pulsaciones empiezan a subirme, ojalá que nos apliquen pronto el método, tengo curiosidad y miedo a partes iguales.

¿Ya? De repente vemos como en el techo aparece un contador que marca una hora y esta empieza a decrecer. Supuestamente ya se nos debe haber aplicado. Me noto igual. Empezamos a mirarnos detenidamente, algunos se levantan y se tocan. Se huelen incluso, esperando notar algo les haga recordar. Hacen preguntas por el pasado, pero no obtienen nada que les ayude. Yo miro uno por uno a mis nueve acompañantes. No conozco a nadie. Una señora se me acerca y dice que me conoce, que me había visto en la televisión, que yo era cantante. Asiento y le digo que muchas gracias, aunque yo no lo recuerde. No soy capaz de cantar, seguro que se ha equivocado. Ya solo queda la mitad del tiempo y aun no he reconocido a nadie, estafadores, juegan con las ilusiones de que encontremos entre diez personas a alguien que conozcamos, no pienso volver a esta tomadura de pelo.

Antes de que nos demos cuenta, el cronómetro acaba. El efecto ha terminado. Salimos por donde entramos hace una hora. La veo. Los efectos del Memoriae aun no han terminado en mí, reconozco a mi hija. La chica que me había acompañado a la sala es ella, reconocería ese rostro en cualquier sitio. Me lanzo a abrazarla pero antes de que lo haga ella chilla asustada, no me reconoce. Yo le digo quien soy, que me recuerde, soy su padre. La agarro fuertemente, ella llama a seguridad. Me separan de ella y me lanzan fuera del edificio. Antes de que se me pase el efecto aprieto los ojos y los puños con fuerza, intentando fijar ese recuerdo que acabo de conseguir.

Me noto triste y no sé porque. El gran edificio se despliega delante de mí. Miro como los trabajadores de dentro me miran señalándome, será que les gusta mi traje. Tengo dudas, muchas dudas. ¿Qué habrá pasado realmente? ¿Habré visto a alguien conocido?. Ojalá vuelva a ahorrar los suficiente para descubrirlo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Artistas

Dominó