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Dominó

Corchea y tresillo de castañuelas en un dos por cuatro muy marcado. Con semejante ritmo es imposible que Luis no se levante animado. Fiel amante del pasodoble, Suspiros de España es uno de sus preferidos. Hace unos días eligió esta melodía como despertador, decidió cambiar los tristes informativos por algo más ameno. Se afeita silbando, mientras se balancea hacia los lados al ritmo que marca la trompeta. Cuidadosamente se perfila los doce pelos que aun tiene en su cabeza, raro es el cabello que aguanta más de ocho décadas. Acto seguido, sale corriendo suavemente a la habitación de al lado, toca dar los buenos días a su mujer. Ella, inmóvil desde hace ocho años, permanece conectada a una máquina que le duerme el dolor, pero ahí está. Y él también. Llevan veinte días encerrados en su pequeña morada, resguardándose de esa amenaza invisible que persigue cruelmente a los de su generación. Sin embargo, tras unos días de titubeo, perdió el miedo. La edad le ha conferido a Luis una valen

Artistas

Y por fin me desperté. Recuerdo tener un fuerte dolor de la cabeza, y algo de dolor en el cuello, supongo que sería de haber estado conectado. Olvidé por completo el sueño que había tenido, estaba seguro de que con un poco más de suerte, la próxima vez lo recordaría. No era nada sencillo el adaptarte bien al sueño de un artista. Aun estaban perfeccionando la manera en la que podíamos conectarnos a ellos. Pero todo tenía un principio. Hace siglos, la población comenzó a perder su capacidad de imaginar. Los niños no eran capaces de inventar realidades con cualquier objeto, necesitaban tener algún tipo de dispositivo que les guiara. Los adultos dejaron a un lado todo lo que no era mecánico, todo aquello que no tenía una explicación lógica, empezaron a ver el mundo en binario. La evolución humana no pasó por alto este hecho, por eso fue minando constantemente la parte del subconsciente y del cerebro que se encargaba de la imaginación. Con ello hubo un importante daño col

Memoriae

Una mañana más, un día menos. La luz entra a duras penas por los agujeros de las cortinas. Respiro tranquilamente mirando al techo mientras sigo acostado. Hoy es el día. No enciendo la televisión, tampoco pongo la radio, ni siquiera miro internet. Desde el Estallido no quiero saber nada y eso es lo curioso. Hace un par de décadas el abusivo uso de la tecnología empezó a crear una gran red electromagnética alrededor de la superficie terrestre. Esta generó tal tensión que acabó provocando un gran estallido. Al principio únicamente notamos una gran luz que cegó al mundo durante unos minutos, pero después nos dimos cuenta de lo que realmente pasó. No éramos capaces de reconocer a nadie, nuestros recuerdos habían sido borrados por completo debido al Estallido, algo en nuestro cerebro dejó de funcionar. Ya no teníamos olores familiares, no recordábamos las canciones que nos gustaban y nos considerábamos extraños entre nosotros. Mirábamos una foto y solamente veíamos desconoc